Minutos Policiacos
Por José Manuel Aguilar Baños
La insaciable…
Van más de 15 años que Juan dejó a su esposa, allá en Pénjamo, Emiliano Zapata, los pobladores susurraron al oído que habían tronado porque bebía muchas cheves, pero lenguas viperinas chismosiaron que Rosaura era de cascos ligeros, que le fascinaba poner los cuernos de güey al esposo que trabajaba como vaquero.
Rechazo a su hombre
Incluso la hermana de Juan sabía las mañosidades, por eso sugirió: hermano eres joven, tienes dos hijas pero tu mujer es violenta, mejor dejala. Esa noche pa’ tratar de calmar los ánimos, el sediento cuerpo masculino en la cama abrazo a su joven mujer, pero la tipa ni tembló de emoción, lo rechazó gachamente, dijo: deja de molestar no siento ni chiste de hacer el sexo.
Lo dejó la ingrata
Tres días más tarde llegó un sexagenario panzón, en carro moderno solo tocó el claxon, salió echa la flecha, lo abrazo apasionadamente, besó, salió, luego subió y desaparecieron ante los ojos de los vecinos. De que estaba estrenando amante con viejo ricachón no había duda…
No quiero matarlos
El pobre hombre se mordió uno y la mitad del otro, lloró en silencio dio piñazos en la mesa para calmar nervios. Y al día siguiente se fue del poblado. Nooo. No estaba muerto ni anduvo de parranda, volvió hace tres días y al platicar con su comadre le dijo la neta. Que la ardiente era tan sucia, tan promiscua que se había revolcado con su marido.
Amigo, te vio cara de güey
Con voz serena la comadre dijo: que bueno que te largaste, pero mejor que no vendiste tu casa la verdad tu mujer era tan tan que citó a mi marido a las 4 de la mañana, llegó puntual tocó la puerta, ella estaba ocupada, una hora después salió el amante y…la asquerosa le dijo, entra te toca…el hombre se mordió uno y la mitad del otro, pero no fue a tomar cervezas.